Todos quieren ser oficiales de inmigración
Hace una semana comenté el caso de una señora que había mandado a su primo a recoger a su hijo de la escuela. Y que por no haberle parecido conocido al guardia de seguridad, este le pidió su licencia, a lo cual el primo le respondió que no tenían, ni él ni su prima. Debido a esto la escuela del Sistema Escolar de Charlotte Mecklenburg le había prohibido a la madre recoger a su hijo, e incluso aparecerse por el estacionamiento de la escuela.
La madre se movilizó y logró que la escuela reconsiderara su postura ante este incidente. Ahora ella podrá ir a recoger a su hijo sin ningún problema.
Casi al terminar de leer esta buena noticia, me encontré con otro artículo que menciona que la persona que maneja la oficina del registro en el condado de Iredell, un tal Matthew McCall, se ha negado a entregar partidas de nacimientos de niños nacidos en Estados Unidos a padres indocumentados, porque según él los “inmigrantes indocumentados no pagan impuestos, solamente se dedican a tener hijos y ni siquiera pagan la cuenta del hospital”. De hecho le dijo a una pareja que si le llevaban el recibo del hospital pagado que él les daba la partida de nacimiento.
Es increíble que ahora cualquier persona se tome atribuciones de índole federal. Y digo cualquier persona porque lo son. Qué autoridad tiene el guardia de seguridad de pedirle la licencia a una persona, o la persona del registro de decidir no darles la partida de nacimiento a los padres del menor solamente porque son indocumentados. Eso es lo que yo llamo tomarse atribuciones que no le corresponden. Si en ambos casos lo que estas personas estaban tratando de hacer es comprobar la identidad de alguien, un pasaporte cumple con ese objetivo. Pero la ignorancia estadounidense va más allá de lo normal, porque ellos solamente conocen como prueba de identificación una licencia de conducir de uno de sus 50 estados.
Alguien les debería de decir que un pasaporte, independientemente del país de origen, tiene más valor como prueba de identidad que una tarjeta de plástico emitida por una oficina, que ni siquiera es del gobierno. Pero como la mayoría de los americanos no tienen pasaporte, nunca han visto uno y menos han salido del país viven con la mente cerrada y fija en la licencia de conducir. Es hora de cultivar un poco de conocimiento en estas personas, especialmente en una nación de inmigrantes.